ALTA MONTAÑA:
Mediados del siglo XIX. Austria. El Sanatorio Spengler para tuberculosos y afines alberga gente de buen pasar económico, que viene desde diversas partes de Europa, y asiste desde las alturas de su edificio medieval a la inminencia de una guerra. Otra más. La comida es excelente, hay entretenimientos, la vista de los Alpes es exquisita, el aire tiene raras y benéficas propiedades curativas. Pero el amor entre pacientes, el amor, esa misteriosa enfermedad, ese bacilo pérfido, catalizador de tantas tragedias, amenaza con rasgar el velo y dejar al desnudo el comercio cotidiano con la muerte, el fastuoso negocio de la salud.
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